By Carmen Hermosín.
El binomio más literario.
Uno de los binomios más ilustres de nuestra literatura universal, nos vino de uno de los escritores españoles más ilustres, nuestro Don Miguel de Cervantes Saavedra.
La creación de Don Quijote de la mancha fue también la creación de uno de sus personajes equinos ficticios de mayor estirpe en su raza. Miguel en su novela le dio voz y le proveyó con la estirpe de caballos de reyes… “Soy Rocinante el famoso, bisnieto del gran Babieca,
Miguel de Cervantes fue un gran lector de las “novelas de caballería” y, también, un gran conocedor del “mundo caballeresco” de la Edad Media, Pero además también un amante de los caballos y su historia… como lo demuestran sus descripciones equinas y sus continuas citas de algunos caballos célebres, el que más el Babieca del Cid…
Y cuando Don Miguel pensó en su novela a su personaje Rocinante le dio igual tratamiento que en su día lo hicieron Homero en su Ilíada o Shakespeare en su Ricardo III. Incluso hizo que Rocinante dialogase en soneto con Babieca.
“Diálogo entre Babieca y Rocinante“, que, en forma de soneto, dice así:
pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.
¿Queréislo ver? Miradlo enamorado.
Como tenía que ser personaje ilustre fue por eso que Don Miguel tuvo a su Quijote durante cuatro días pensando el nombre de su fiel acompañante hasta que bautizó a su rocín.
“Fue luego a ver su rocín y, aunque tenía más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela que Tanum pellis et ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca, el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría; porque -según se decía él a sí mismo- no era razón que caballo de caballero tan famoso y tan bueno él, por sí, estuviese sin nombre conocido… al fin le vino a llamar Rocinante, nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo”.
Y así fue como entró Rocinante en el más bello relato novelesco que conocieron los siglos y cómo se puso a la altura o superó a los más grandes caballos reales de la Historia.
Y en el final,cuando el caballero, Don Quijote, tuvo necesidad de epitafio también tuvo el Caballero de la triste Figura que ceder al protagonismo de su ilustre équido.
Aquí yace el caballero
bien molido y mal andante
a quien llevó Rocinante
por uno y otro sendero.